Un viaje con sabor a futuro: la visita de AOCOR a Lácteos COVAP
No es solo una excursión. Cuando uno viaja con la Asociación de Ostomizados de Córdoba (AOCOR), sabe que la carretera es más ancha, el aire más limpio y el destino, un poco más humano. El 12 de junio de 2025, una expedición alegre y bien organizada partió desde el Centro Cívico Poniente Sur, frente a la plaza de toros de Córdoba, con destino al corazón de Los Pedroches. Allí, en pleno verde de la dehesa, aguardaban las instalaciones de Lácteos COVAP, una cooperativa que lleva más de 60 años demostrando que la industria también puede tener rostro, valores y alma.
La actividad, cuyo transporte fue cubierto generosamente por la asociación, empezó puntual a las 10:30 de la mañana, en medio de un ambiente cargado de risas, mochilas y expectativas.
Desde el primer momento, el grupo fue recibido con una hospitalidad que desarma. Los pasillos de COVAP, blancos, amplios y repletos de historia cooperativa, se llenaron de conversaciones sobre el valor de lo local, el papel de los agricultores, el proceso de la leche, el yogur y el queso. Pero también de algo menos visible: la necesidad de sentirse parte de algo más grande, especialmente cuando se convive con una ostomía.
Más allá del queso
La visita comenzó con una presentación audiovisual, donde los participantes pudieron descubrir la historia y dimensión de esta cooperativa que da trabajo a miles de familias andaluzas. Desde la sala de proyecciones hasta las zonas de envasado, cada espacio era una lección viva de sostenibilidad, innovación y compromiso social.
Pero lo más valioso no estaba solo en las máquinas ni en las cifras. Estaba en los ojos curiosos de quienes preguntaban, en las bromas que surgían espontáneamente entre los pasillos de acero inoxidable y, sobre todo, en la sensación compartida de normalidad. Porque la ostomía no impide viajar, ni aprender, ni reír. Y eso quedó más claro que nunca.
Las fotos que acompañan esta crónica lo dicen todo sin necesidad de pie de foto: un grupo que no solo observa, sino que se implica, que pregunta, que sonríe. En una de las imágenes, un momento de explicación frente a la línea de leche UHT; en otra, una sala llena escuchando atentamente la presentación. Más adelante, un retrato de grupo con sonrisas francas frente al logotipo de COVAP, y por último, bolsas de regalo en mano, una despedida que fue más un hasta luego.
Comer juntos también cura
La jornada no podía terminar sin compartir mesa. En el restaurante Estefany de Alcaracejos, el grupo disfrutó de un menú previamente pactado (por 12€, todo hay que decirlo), con productos locales y sabor a hogar. El menú fue comunicado tres días antes para facilitar su elección, porque cuidar los detalles es cuidar a las personas.
Durante el almuerzo, hubo brindis, anécdotas, planes futuros y ese tipo de silencios cómodos que solo se dan entre quienes ya se conocen bien. Porque AOCOR no es solo una asociación de pacientes ostomizados: es una familia sin lazos de sangre, un refugio donde compartir lo difícil, pero también lo alegre.
Consejos que nacen del camino
Uno de los aprendizajes de este tipo de actividades es que la vida con una ostomía no solo es posible, sino que puede ser plena, activa y socialmente rica. La clave, como siempre, está en la actitud. Aquí van algunos consejos que flotaban en el ambiente:
Viajar con previsión: llevar todo lo necesario para estar cómodos, pero sin obsesionarse. Ser precavidos no significa tener miedo.
Compartir normaliza: ver a otros con realidades parecidas ayuda a relativizar y a empoderarse.
Comer con gusto y sin culpa: adaptar la dieta no significa renunciar al placer. Y si hay dudas, consultar con el nutricionista o el equipo médico.
Buscar espacios de encuentro: las asociaciones como AOCOR son clave para combatir el aislamiento, generar comunidad y visibilizar.
Celebrar lo cotidiano: cada pequeña aventura como esta es una victoria, y merece ser vivida con intensidad.
Una estampa que se queda
Al regresar a Córdoba, con el aire más fresco en los pulmones y una bolsa de productos COVAP colgando del brazo, lo que quedaba no era solo el recuerdo de una fábrica impecable. Era algo mucho más valioso: el sentimiento de pertenencia, la reafirmación de que se puede seguir disfrutando de la vida con plenitud, con ostomía y con alegría.
Porque al final, como bien dice uno de los lemas de AOCOR: la ostomía no me define, me impulsa. Y eso quedó grabado en cada paso por las instalaciones de COVAP, entre el murmullo de las máquinas y el aroma a leche recién tratada, en un día para recordar y repetir.